Los tacos ya no son su principal arma, ahora lo es un rodillo para pintura. Enrique Centeno Reneau dejó el fútbol en 2006, decidió irse a Estados Unidos a trabajar y liberarse de un problema amoroso que lo dejó destrozado.
La decisión no fue fácil, sus tres hijos, Melissa, Karen y Enrique, estaban muy pequeños y el hecho de dejarlos suponía otro golpe emocional en su vida.
Hoy, seis años después de aquel momento en el que eligió dejar todo atrás, Reneau decide abrirse y contar intimidades de lo que él cataloga como un fallido sueño americano (VER FOTOGALERÍA)
“Desde que vine aquí me he enfocado mucho en la pintura, es un oficio bonito y requiere concentración para que todos los detalles queden perfectos”, comienza a relatar.
“Estuve dos años en Nueva Orleans, luego Lesby Ayala, con quien vivo y trabajo actualmente, me mandó a traer y ahora jugamos en el Miami Flame y El Progreseño”, sigue diciendo.
Los días de Enrique comienzan a las cinco de la mañana, se levanta, ora, se encomienda a Dios y antes de salir de casa besa la foto de un pequeño, es la de Edgar Enrique, quien es la gráfica tiene menos de dos años, hoy ya va camino a los nueve.
“A veces viajamos dos o tres horas a los lugares donde nos toca pintar, comenzamos a las ocho de la mañana, salimos a las 5:00 am y nos vamos a casa. Hacemos cena y guardamos para llevar al día siguiente”.
“Esta es una experiencia más, cambié el balón por un rodo, en este país la gente que viene no llega y hace dinero, se pone a laborar, no a sentarse, acá los trabajos son duros, construcción, pintura, techos. Me enseñaron bien el oficio, el trabajo no deshonra, soy feliz pintando, de esto subsiste mi familia”, insiste.
Quique no entiende las razones por las que algunos hondureños quieren hacerle la vida imposible, a pesar de no meterse con ellos.
“Los catrachos somos los más envidiosos, muchos dicen, miren a ese que jugó en la Selección y allí anda pintando, no me quieren dar ni la mano, muchos me ven como bicho raro. Yo soy feliz y si 20 no me quieren, 100 sí lo hacen”.
LA DISTANCIA DE SU FAMILIA, UN GRAN ENEMIGO
Para Reneau las cosas no han sido fáciles, ha sorteado muchos obstáculos, pero el que aún no logra vencer es el de sentirse solo, sufre la ausencia de su madre, necesita el calor de sus hijos.
“Me hace falta mi familia, extraño mucho a mis hijos, a mi papá y no digamos a mi vieja que me está iluminando desde el cielo, hace tres años murió y no tuve la oportunidad de estar con ella en sus últimos días, parece que fue ayer”, nos relata el orgullo de Jutiapa.
El drama familiar vivido lo ha hecho más vulnerable, sentimentalmente hablando, trata de ser fuerte y no llorar frente a las cámaras para revelarnos su historia.
“Lo que me pasó no se lo deseo a nadie, fue muy difícil. A comienzos de 2006 estaba jugando en el Mitclan de Guatemala, tenía contrato de año y medio, tuve una separación amorosa fuerte, me dolió mucho y por eso tomé la decisión de abandonar y dejar todo, irme del fútbol sin ninguna gloria”, prosigue.
“Dejé todo, mi familia que es lo más importante para mí, cambié el fútbol por trabajar de pintor. Esta profesión me ha dado dividendos para que los míos estén cómodos”, agregó.
LA DISTANCIA, UNA BARRERA INSUPERABLE HASTA AHORA
Para Enrique nada tiene más importancia que tener salud y pelear día a día para darle lo mejor a los suyos.
“Esto es inexplicable porque nunca pensé estar solo en un país ajeno al mío, mi idea era nunca separarme de mi familia, estar siempre con ellos, quise mantener esa posición, se lo decía a mis padres, a mis hijos, pero uno mismo se busca su propio destino, bueno o malo, pero las cosas sucedieron”.
Aunque para muchos el llegar a Estados Unidos es una oportunidad de hacer dinero y salir adelante, para Enrique no ha sido así.
“Estos seis años que llevo en EUA he acumulado más tristezas que alegrías, llegan los cumpleaños de mis hijos y no los veo, eso es durísimo, pasar sin ellos las navidades lo es aún más”, continúa en su relato.
Aunque es tarde, el ex jugador de Olimpia, Victoria, entre otros, admite que abandonar todo no valió la pena.
“Me arrepiento de haberme venido, aunque eso no sirva de nada ahora. Sentía que con lo poco que había conseguido estaría cómodo viviendo con mi familia, no derroché dinero, compartí con mucha gente, pero al final muchas de esas personas a las que yo ayudé, me cerraron las puertas, me dieron la espalda”.
EL MOMENTO MÁS DURO
Enrique suspira, de pronto la sonrisa con la que cuenta su historia se va, sus ojos se ponen brillosos, la razón: recuerda que por culpa de su capricho, de su terquedad y de haber decidido dejar todo para llegar a EUA, no se pudo despedir de la mujer que más ha amado.
“Hace tres años perdí a mi mamá, siento que fue ayer, me ilusionaba siempre verla viva el día que me regresara a Honduras, no se dio. No quiero que vuelva a pasar, sueño abrazar y besar a mi papá de 85 años, lo amo con toda el alma. A nadie le deseo estar en este país, lejos de la familia”, dice.
Eso sí, pese a no estar presente en cuerpo, con su alma, sus gritos, sus oraciones y sus lágrimas, desahogó su dolor. Ahora recuerda las últimas palabras que doña María Carolina, su progenitora, le dijo antes de salir él de Honduras.
“Me rogó que no me viniera, que a pesar de lo que me pasó, todo eso se iba a compensar con ver su sonrisa o la de mis hijos, que eso no tenía precio, pero no hice caso, le pedí la bendición y me vine”, expresa.
La nostalgia se apodera de su cuerpo y revela la forma en cómo se dio cuenta del fallecimiento de su mamá, a quien ya habían operado de un cáncer en dos ocasiones en La Ceiba.
“Un día llegué de trabajar, llamé a Honduras y pedí hablar con ella, la sentía rara, no estaba igual. Al día siguiente yo estaba en Nueva Orleans, a las 9:00 am le dije a mi jefe que tenía un presentimiento, no laboré”, manifestó.
Y siguió: “Me llamó un amigo y me dijo que mi mamá había muerto. Quise tener alas para volar y estar con ella, me dejó una carta y le pidió a mi familia que no me dejaran solo”.
Reneau sigue vivo y luchando día a día para sacar a sus hijos adelante, esa es ahora su mayor motivación.
LO DIJO RENEAU
'Mi mejor legado es haberle dado alegrías a montón de gente a pesar de los defectos que tuve como jugador”.
'Extraño todo de Honduras, todavía quisiera estar jugando si fuese posible. Si volviese a nacer sería futbolista. Esto es difícil que se borre de mi memoria”.
Las 5 cosas más importantes de su vida:
1. Dios
2. Mi familia
3. Fútbol
4. Mi pueblo
5. Mi país
Regresar a Honduras:
“Sé que Dios me tiene una puerta abierta, alguien se tocará el corazón y me dará un trabajo en Honduras para así estar al lado de las personas que más amo”.
Jutiapa:
“Me hace falta convivir con la gente de mi pueblo, por las calles de tierra o el campo donde me inicié siendo supervisado por mi padre”.
ACTUALIDAD
Reneau juega en la Liga de Veteranos en Miami, Florida.
EL PERFIL
Nombre: Germán Enrique Centeno Reneau
Nació en: Jutiapa, Atlántida
Fecha de nacimiento: 9 de abril de 1971
Padres: Óscar Centeno y María Carolina Reneau (QDDG)
Hijos: Melissa (19 años), Karen (13) y Enrique (8)
Año de debut: 1989
Año de retiro: 2006
Equipos:
Honduras: Victoria, Olimpia, Marathón, Real España y Vida.
El Salvador: Cojutepeque, Luis A. Firpo y Chalatenango.
Guatemala: Zacapa y Mictlan
Perú: Sipesa
México: Cruz Azul Hidalgo
Selección Nacional:
Sub-23: Participación Juegos Panamericanos en 1993.
Adulta: 2 Copa Oro, 2 torneo Uncaf y Eliminatoria rumbo a Francia 1998.