Sin embargo, la fortuna en este deporte no estuvo del lado de “Pavoncito”, apodo con el que se le conoció siempre, aunque tuvo un fugaz paso en la Liga Nacional con Deportes Savio, Marathón y Honduras Progreso, pero los bajos salarios que percibía más unas amenazas en su contra, lo hicieron buscar nuevos horizontes hasta tomar la decisión de marcharse del país e irse de forma ilegal a Estados Unidos.
Pero ese camino no lo emprendió solo, se llevó a su esposa junto a sus dos hijos de apenas tres y un año, dejando atrás a su natal ciudad de La Lima, ahora ha elegido Houston como su nuevo hogar donde busca ser asilado.
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Fue exactamente el 16 de agosto del presente año a las tres de la tarde cuando se despidió en la puerta de su casa en la colonia Bella Vista de su madre Vilma Reyes y de su padrastro Mario Rivas, un par de mochilas lo acompañaban, además cargaba en sus brazos a su pequeño Denis, de un año, y Kenia Ortiz, su esposa, llevaba a Ian, su otro retoño de tres años.
La familia de Jonathan Reyes.
“Tengo tres hijos (Andrea tiene seis años producto de una relación con otra pareja y no viajó con él) y no podía mantenerlos, mi salario era muy bajo, la vida en Honduras estaba muy dura, los equipos casi no me pagaban, tengo familia que depende de mí y por eso decidí salir hacia Estados Unidos”, comienza relatando.
También cuenta que además de la crisis económica, fue amenazado por pandilleros en La Lima: “Los mareros se metieron a la colonia donde vivía, estaban obligando a los chavos a integrar su mara, mataron a un primo cuando yo venía en camino, están reclutando a jóvenes, al final fue la mejor decisión, ya sentía que se iban a meter conmigo porque me lo habían advertido”, asegura.
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Llegar a Estados Unidos no fue fácil al ir acompañado de su mujer y sus dos pequeños, las pausas de descanso eran largas, pero por suerte siempre tuvo dónde dormir y algo que comer, su viaje duró dos meses y medio hasta tocar suelo estadounidense. “Siempre anduve en carro y autobús, no conocí el tren, no tuve sufrimiento de hambre, el ‘coyote’ que nos traía nos llevó hasta Puebla y desde ahí llegamos a Monterrey donde tenemos una tía”.
Después de estar casi un mes en Monterrey, Reyes localizó a un amigo que lo trasladó a la frontera en Reynosa, Tamaulipas, y decidió marcharse y dar el paso final, acordó con su esposa irse primero porque uno de sus hijos se enfermó.
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CRUZANDO LA FRONTERA
Jonathan llegó al lugar fronterizo con Estados Unidos y el viernes 23 de octubre tomó la decisión de subirse a una balsa y cruzar el temible y traicionero Río Bravo junto a su pequeño de un año. “Es fácil, fue rápido, en tres minutos ya estábamos al otro lado del río”, recuerda y revela que dos días después, un lunes, su esposa cruzó de la misma forma con su otro pequeño.
Sin embargo, no todo era color de rosa, al cruzar el río, del otro lado estaban agentes de migración de Estados Unidos, sabía que en cualquier momento los podían capturar por lo que optó por entregarse y contarles la amenaza sufrida en Honduras, fue detenido y llevado a la ciudad de McAllen, Texas, donde estuvo dos días, lo interrogaron y lo dejaron en libertad, eso sí, lo acompaña un grillete electrónico donde localizan cada paso que da.
Este dispositivo lo colocan a personas con las que existe un proceso de deportación, sin embargo Reyes espera que eso no suceda, confía ir a una Corte Federal y solicitar le brinden un asilo humanitario debido a las amenazas que recibió.
Su esposa Kenia corrió la misma suerte el lunes que cruzó, decidió entregarse a las autoridades y contar lo sucedido, solamente que a ella la enviaron con su madre que vive en Carolina del Sur, desde donde peleará su caso.
TRABAJANDO EN LA JARDINERÍA
Reyes tiene exactamente un mes de residir en Estados Unidos, no quiere volver a Honduras y por eso ha comenzado a forjar una nueva vida en Houston donde le ayuda a un tío.
“Ando podando grama en jardines de casas o negocios, ahora esta es mi vida, acá mi familia me apoya, me dan ánimos, estoy bien, me sacan a jugar fútbol desde el viernes, espero que todo continúe así”, dice alegre y a la espera de no ser deportado.
LA NOSTALGIA LO EMBARGA
Siempre tuvo la confianza que pasaría la frontera, por eso antes de irse de Honduras se despidió de su madre y padrastro, pero había algo por dentro que deseaba hacer y no pudo cumplir y fue la de haber conversado frente a frente con Carlos Pavón.
• Jonathan Reyes cuenta que nunca pudo conversar con Carlos Pavón, aunque muchas veces lo tuvo bastante cerca.
Y cierra con este mensaje: “Desde acá siempre estaré pendiente de su vida porque él es mi sangre, nunca tendré resentimiento de nada, espero que al hijo le vaya bien, estaré apoyando al chavalo porque es mi sangre”, cerró mientras su tono de voz bajaba...