Paulo Dybala (15 de noviembre de 1993, Laguna Larga, Argentina) aprendió a jugar al fútbol antes de nacer. Su camino estaba dibujado en la mente de Adolfo, su padre. Adolfo Dybala, de padre polaco exiliado a Argentina tras la Segunda Guerra Mundial, soñaba con que uno de sus tres hijos triunfara en el fútbol.
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Gustavo, el mayor, no llegó; Mariano llegó a jugar de enganche en las categorías inferiores de Gimnasia de La Plata, pero se quedó por el camino; pero Paulo, el pequeño la rompió. Desde muy niño, Adolfo recorría con él, en el Vectra negro a gas de la familia, los 50 minutos que separan Laguna Larga de Córdoba, a donde le llevaba a los infantiles de Instituto.
50 minutos de ruta donde se iba alimentando un sueño que Adolfo no vio cumplir. En septiembre de 2008, un cáncer se lo llevó antes de tiempo. Paulo tenía 15 años. “No había día que no me acompañara a los entrenamientos. Cuando falleció, pedí permiso a Instituto para volver a Laguna Larga. Estuve seis meses jugando en el equipo del pueblo. Luego volví y me quedé en la pensión, la residencia del equipo; nadie podía ya llevarme y traerme en coche. Me encerraba en el baño y lloraba. Fue duro, pero aguanté porque quería cumplir el sueño de mi padre”, relató Paulo Dybala en una entrevista en Sportweek.

Dybala en sus primeros pasos en el fútbol profesional.
Dybala, que sobre el césped todo lo hace por su padre (cuando entra al campo y cuando marca un gol, eleva los dos brazos hacia el cielo), muestra un carácter poco propio para los jugadores de su edad, tal vez heredado de su abuelo paterno, Boreslaw, que durmió durante dos semanas en campos de maíz de Córdoba tras dejar su Krasniow (Polonia) natal.
“Tiene mirada de killer”, le define Allegri, su técnico en la Juve, donde lleva el dorsal 21, un número con peso e historia. Para Dybala fue una prueba.
“En Instituto jugué con el 9, también en el Palermo. Cuando llegué a la Juve, ese número lo llevaba Morata. Se iba Pirlo, un ídolo, pero lo agarré igual. Fue como para ponerme a prueba, quería probarme con el peso de ese número. Un desafío a mí mismo”, confesó La Joya en una entrevista reciente a El Gráfico.
MESSI, SU ÍDOLO
Amante de las películas épicas, al punto de que vio Gladiador más de 30 veces. Seguidor de la banda de cuarteto de La Barra, música que lleva a cada vestuario que pisa, aunque contó que en el de la Juve es más complicado por la 'seriedad' de sus compañeros. Admirador de la 'alegría' de Ronaldinho y del 'talento' de Riquelme. Y, por sobre todo, fanático de Lionel Messi, a quien siempre soñó conocer.

Dybala junto a Lionel Messi en la selección de Argentina.
Su amigo Gonzalo, a quien conoció jugando al fútbol en Laguna Larga, graficó ese momento: 'Nos contó cómo fue ese encuentro, lo compartió con nosotros, porque él lo sintió de la misma manera que lo hubiéramos sentido nosotros. Lo disfrutó un montón. Pero no como colega y compañero, sino como la persona que se encuentra con su ídolo. Fue el encuentro del chico que siempre tuvo a su ídolo ahí arriba y lo conoció por primera vez. Con devoción, como si lo hubiera conocido yo, por así decir'.