“Yo decía… La última de las cosas que voy a hacer después del retiro es ser entrenador, ¡y aquí estoy! Como se dice, nunca digas nunca”. Esta frase es el inicio de una charla imperdible con David Suazo en la Ciudad Deportiva del Cagliari. “El problema es que te gusta, nunca pensé que te iba a gustar ser entrenador. Y te estás volviendo loco. Eso me dice mi mujer”.
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La grabación se detiene. Rebobinamos la cinta de una película que fue un best-seller, desde su natal San Pedro Sula, hasta la capital de Cerdeña. “¿Eres periodista?”, nos pregunta un señor de anteojos, cincuentón. “No pude dejar de mirar las fotos que estás observando… ¿Es David Suazo, no? Soy socio del club. Los goles que más grité fue uno del uruguayo Enzo Francescoli al Napoli en 1992 y el de David Suazo al Catania el 2004. ¡Regresamos a primera división!”.
El hondureño David Suazo en las canchas de entrenamiento del Cagliari donde es entrenador.
“Estamos en una situación incómoda porque tenemos los puntos para salvarnos, pero un error nos puede poner en zona de descenso. Cada partido es clave”, afirma a DIEZ el entrenador del primer equipo, el uruguayo Diego López, quien defendió al Cagliari entre 1999 y 2010. “David es muy querido en la ciudad. Hizo muchos goles y la gente no lo olvida. Es un ídolo del club. Se está preparando, es parte de la institución y sé que tendrá su oportunidad porque es un tipo que trabaja serio y es muy capaz”, cierra el charrúa.
“LA DOLCE VITTA”
“¿Es tiempo para darle una oportunidad a David Suazo?”, se pregunta el taxista. Él mismo se responde. “Fue uno de los grandes de nuestra historia. Pero recién está comenzando. Seguro tendrá su oportunidad en el primer equipo”, dice. Se estaciona. Y mientras le pagamos, nos dice: “¿Lo vas a entrevistar? Si es así, te dejo mi tarjeta. Me llamas y te llevo al Stadio Sant’Elia. Me gustaría una foto con él y un autógrafo en la camiseta”.
Pero nuestra entrevista no es en el antiguo estadio del club, el que está en proceso de demolición. Tampoco en el nuevo, el Sardegna Arena, que engalana al Mar Mediterráneo. Nos citaron en el Centro Sportivo Asseminello, que lleva su nombre debido a que está ubicado en el pueblo de Assemini, a unos 22 kilómetros del centro de la ciudad. Tomamos el tren rumbo al pueblo y bajamos en la estación. Caminando son 10 minutos. Entramos y en un letrero hay un mensaje para los visitantes: ‘Una terra, un poppolo, una squadra. Forza Casteddu’… palabra que en idioma sardo significa Cagliari.
El idioma que hoy habla también David Suazo mientras entrena. El manejo de su italiano y el sardo impacta.
Su vida es en este dialecto. Y en el lenguaje del fútbol. “¡Altro movimiento! ¡Più lontano! (adelante) ¡Gioca! (juega), ¡La palla! (la pelota) ¡Va aprenderé! (abrir), ¡Più forte! (más fuerte), ¡Mezzo! (en medio), ¡La testa! (de cabeza)”. Son las frases del diccionario del profesor Suazo. El míster, como le dicen algunos de los directivos del club.
Mientras observamos el entrenamiento del mítico goleador, nos invitan a recorrer las instalaciones. Se trata de un complejo que cuenta con 4 campos. Dos de ellos de césped sintético para las series juveniles y dos más para el primer equipo. Una sección con alojamiento para el plantel que cuenta con 30 habitaciones. Un salón de juegos, café, restaurante, piscinas, zona de acondicionamiento físico, sala de prensa, estacionamientos, área de juegos, bar, un sector para el análisis de videos y un jardín enorme para relajar la vista. Seguimos esperando a David. La práctica se alarga y nosotros estamos ahora en el bar.
Suazo en las bancas de los campos de entrenamiento del Cagliari.
Pasan luego los italianos más connotados, como el ‘9’ Leonardo Pavoletti: “¿David? Il più grande?” (el más grande)… Caminan a sus coches para marchar a casa… Las figuras Simone Padoin y Leandro Castán. El último es el delantero colombiano, ex del Independiente de Santa Fe, Damir Ceter… “David es una figura muy respetada en Cagliari. No solo en el club, sino en la ciudad. Todos lo quieren y eso se gana con goles y siendo buen tipo. El trabajo que hace en formativas es bueno. Pronto lo veremos en Primera”, cierra el de Cali. En eso, vemos a Paolo, el jefe de prensa, quien viene por nosotros. “Ya termina el entrenamiento. Puedes esperar a David en la sala de prensa”.
L’ITALIANO (EL ITALIANO)
“Déjame cantar, con la guitarra en mano. Déjame cantar, soy un italiano”. Es la letra de la canción de Toto Cutugno, que se hizo famosa en 1983, en el afamado Festival de San Remo. Graficó a muchos italianos que tuvieron éxito en Estados Unidos y también a un sinnúmero de extranjeros que probaron suerte en la península. “Un italiano de verdad”, cierra la canción. Un italiano de verdad, como recibieron los tifosos del Cagliari a un hondureño, a David Suazo.
El primer año fue complicado, le costó adaptarse y en 13 duelos solo pudo marcar 1 gol. El equipo bajó a la B. La escuadra de Cerdeña en esa categoría se mostró ideal para que David se adaptara a la Serie A. En las cuatro temporadas que jugó ahí, sumó 40 goles en 113 partidos. También fue entonces cuando se ganó el sobrenombre de La Pantera.
“Gigi Riva, Gianfranco Zola, Enzo Francescoli, Daniele Conti y David Suazo… Esos son nuestros grandes ídolos aquí en Cagliari”, dice el barman mientras sirve una copa de ‘Ichnusa’, la cerveza clásica de la ciudad. Claro, Riva, no solo es ídolo en Cerdeña, sino en Italia. Pero en Cagliari es un mito vivo, ganó el único scudetto de la historia del club en 1969/1970.
Zola es el último ídolo de la isla. Francescoli el “Príncipe” que logró batir la hegemonía de la Juventus y Suazo, el que rompió el récord de Riva, 23 tantos en una temporada en Cagliari. Sí, es hondureño. Estamos en el Covo Art Caffè, un bar medio clandestino, en donde se puede escuchar buena música italiana y en donde son asiduos los futboleros con camisetas del Cagliari. “ Era un tipo divino David Suazo”, dice una mujer que escucha la conversación.
Uno en la barra añade: “En los años que estuvo fue de menos a más. Al principio era mucho físico y velocidad. Pero terminó siendo un jugador total, que la rompió”, comenta uno de los fanáticos, cerveza en mano. Otro agrega: “El 2004 es histórico porque ese año subimos a primera y Suazo fue clave. Imagínate, yo nací el 94 y cuando Suazo llegó a Cagliari yo tenía 5 años. Viví mi niñez y adolescencia viéndolo jugar. Todos queríamos ser como él”.
La noche sarda aún no termina y en nuestro recorrido por los típicos bares del casco antiguo de esta ciudad histórica el barman nos dice “Si quieres encontrar a Gigi Riva, está algunas noches, para cenar, en el restaurante Stella Marina de Montecristo, si tienes suerte lo encuentras”.
Volamos al lugar, lo esperamos. Había que hacerlo, el goleador histórico de la selección de Italia lo merecía. Pero esa noche, el mítico 11 no apareció. “Hay que decir que el problema es que no teníamos un equipo para acompañar a Suazo. Él fue gran delantero. Pero en un momento tuvo que elegir y se fue al Inter. Sufrimos viéndolo con esa camiseta de mierda, pero el mercado es así”.
Un contertulio en la barra denota nuestro acento español y suma a la charla… “Suazo fue como el mejor Vermentino sardo, “clase y elegancia en su definición”.