Neymar salió con rumbo a Brasil y con él, su padre, que lo acompaña para todos lados. Así, finalizada la temporada, se puede hacer un balance de la participación de brasileño.
En el club español se ha añorado su mejor versión. De la determinación con un gol en verano que supuso el empate en el Vicente Calderón ante el Atlético y, por ende, la consecución de la Supercopa de España, a un final de curso frente al mismo rival pero con sensaciones decepcionantes.
Entonces era decisivo, el sábado prescindible. Venía de recuperarse a contrarreloj de un edema en el cuarto metatarsiano del pie izquierdo tras cumplir el mes justo de recuperación.
De hecho, estuvo inoperativo desde que se lesionara por segunda ocasión durante la temporada, en este caso ante el Real Madrid en la final de la Copa del Rey.
La anterior, un esguince en el tobillo derecho contra el Getafe, fue la primera dolencia que sufría como profesional. Ambas mermaron como es evidente su rendimiento y proyección.
Su regreso entonces le proporcionó uno de los escasos tantos que ha marcado esta temporada, ante el Rayo.
Ha sido el cuarto atacante azulgrana en la clasificación anotadora, con 14 goles en 39 partidos (31 como titular), sin contar el de la Supercopa.
Nueve en la Liga, cuatro en la Liga de Campeones y uno en la Copa del Rey. Lejos, a años luz, están los 41 de Leo Messi, aunque más cercanos están los 21 de Alexis y los 19 de Pedro.
Sólo Cesc, con 13, y Tello, con cinco, están por detrás del brasileño, quien tampoco destacó demasiado como asistente.
De esos jugadores de ataque, empató con ocho pases de gol junto a Pedro, por los 13 de Cesc, los 11 de Messi y los 10 de Alexis en la Liga. Tello, con dos, está en el otro extremo.
Queda el consuelo de que fue el máximo asistente del grupo en la Liga de Campeones, con tres, por los dos de Cesc y Alexis, según datos de Diario el Mundo.
Números paupérrimos en una temporada con pocos destellos. No acabó de cuajar su dupla por el costado izquierdo con Iniesta, ni tampoco como delantero o su asociación con Messi, a quien rindió pleitesía de forma reverencial en un día tan especial como fue el de su presentación.
Nunca acabó de explotar sus virtudes, que las tiene y son notables, tapadas en un esquema en el que el ya ex entrenador Gerardo Martino no supo encontrarle un hueco en el escenario verde.
De ahí que no haya sido determinante. Un gol frente al Real Madrid en el primer clásico de la temporada, y tres ante el Celtic en la Champions fueron sus mejores momentos. O una asistencia a Alves para ganar al Manchester City.
Poco más se le vio, aunque su visibilidad en redes sociales, a veces por obra y gracia de su agencia de comunicación, le dieron más notoriedad. Como la ya famosa campaña del plátano por una buena causa: denunciar el racismo, o cuando defendió a su padre.
Cierto es que ha sido una temporada de adaptación en el sentido más amplio de la expresión.
Nueva ciudad, nuevo entorno, nuevas costumbres, idioma, compañeros e idiosincrasia de una entidad abocada al caos esta campaña por asuntos de índole extradeportiva.
Como lo fue descubrir las cantidades exactas de su contrato por el Barcelona, alejadas de los 57,1 millones de euros expuestos desde su multitudinaria presentación.
El club defiende que el montante total asciende a 86,2 millones, algo que aceleró, de refilón, la séptima renovación de Messi.
Acostumbrado a publicitar aspectos de su vida en las redes sociales, fue un embrollo judicial el que destapó el más privado. Aunque igual le duele más no haber sido tan decisivo como esperaba.