Angie Galdámez visualiza el estilo ideal de natación todas las noches antes de irse a la cama, un riguroso ejercicio mental en el que se imagina cómo se desliza y se mueve por el agua, brazada a brazada, tratando de adivinar el ritmo secreto de la carrera perfecta.
Pero para lograr esos objetivos ha entregado su vida por completo a este deporte, la natación, la que practica desde los 5 años y que según nos cuenta su padre, don Luis Galdámez, “entró a esto para que aprendiera a nadar porque teníamos miedo que se nos ahogara cuando fuera a la playa”, relata con una sonrisa en su rostro.
Para llegar a ser un atleta de alto rendimiento, Angie lleva una vida sacrificada. Son las 4:35 de la madrugada, Angie sale de su casa acompañada de su papá, recorre en automóvil por 20 minutos las calles de San Pedro Sula, las cruza de sur a norte.
Llega a Delfines Sampedranos, son las 5:01 de la madrugada, se pone su traje negro y salta a la piscina para comenzar con sus entrenos diarios, los que hace de lunes a viernes desde hace una década y que ya son su vida.
Ha amanecido sobre San Pedro Sula, el aurora de la mañana y el sonido de los vehículos que pasan al costado del Complejo de Delfines indican que la ciudad se ha despertado, Angie sale del agua para comenzar otra etapa: los estudios. “Ya me adapté, no me hace madrugar”, dice la sirena con voz un poco tímida, toma su toalla y se olvida por un momento de la natación.
LA ANGIE COLEGIALA
Armada con libros, don Luis la conduce en su auto desde la alberca de Delfines Sampedranos hacia el colegio. “Esto es de todos los días, son 10 años los que llevo haciendo esto, levantarme a las 4:00 de la mañana, traerla a entrenar, luego llevarla al colegio y regresar por la tarde nuevamente al gimnasio, después el entrenamiento de 4:00 pm a 7:00 de la noche que regresa a la casa a descansar”, cuenta don Luis.
La vida de Angie está ligada al agua desde que tenía 5 años cuando sus padres la llevaron a practicar a la alberca de Inmude, allí estuvo “como unos tres meses”, cuenta don Luis. Luego fue trasladada a practicar al complejo del Club Hondureño árabe, siendo su segunda escuela que es parte de su formación, pero solo era como una manera rutinaria.
Desde 2003, don Luis quiso que Angie no solo nadara para que le perdiera el miedo al agua y ya no se ahogara en el mar: “La llevé a Delfines y fue cuando entrenando vieron que tenía condiciones y la matriculamos y desde esa fecha mi vida me dio un giro, porque veo todos los amaneceres en la orilla de la piscina viendo nadar a mi hija”, narra con una sonrisa.
Don Luis se acomoda los lentes, suspira y sigue contando como ha forjado a su pequeña: “Es una bendición de Dios poder darle esto a mi hija, no lo veo como un sacrificio, sino como una oportunidad de ayudarla a ser alguien en la vida”.
Desde 2006 “La Sirenita” es federada en Delfines Sampedranos. “Angie es muy disciplinada, con esta vida que tiene puede lograr muchos éxitos. Tiene un potencial enorme que ha desarrollado muy bien”, dice su entrenador en Delfines, Coro González.
Son las 7:00 am, Angie llega al colegio y lo primero que hace es saludar a sus amigos: “Me llevo bien con todos”, cuenta la nadadora al momento que los maestros tocan el timbre y comienza la clase. Se olvida de la piscina, abre su bolsón, saca los libros y comienza su rutina. Está cursando el décima grado y está a un año de finalizar el bachillerato.
EL COSTO DE HACER UN NADADOR
Los éxitos internacionales de nadadores de la clase de Michael Phelps, Ryan Lotch y otros que han dejado sus marcas han sido a base de sudor. En países desarrollados estos atletas son becados en las universidades que explotan sus recursos. En el caso de Angie, su familia le ha costeado su carrera porque en Honduras no hay apoyo gubernamental para este deporte.
“En la semana, entre los movimientos que hago para llevarla a la piscina todos los días, luego al colegio, después venir a correr los sábados, creo que gasto como 1,200 lempiras en combustible”, dice don Luis, quien al mismo tiempo explota: “Aquí no tenemos ayuda del gobierno, somos nosotros los que nos costeamos los gastos”.
Para preparar a un atleta con implementos deportivos para que compita a nivel profesional, como lo hace Angie, su costo ronda los 15 mil lempiras. Solo el traje de competencia que utiliza vale arriba de siete mil lempiras, además se paga la mensualidad de la escuela de natación que son 600.
ATLETA COMPLETA
Después de completar la semana de ejercicios, madrugando desde las 4:00 de la mañana hasta las 7:00 pm que termina su jornada, Angie sigue el sábado con un espléndido trabajo. Un poco más tarde a las 5:00 de la mañana entra a la piscina para nadar 20 kilómetros, los que completa en cinco horas y media y luego a descansar.
Los domingos a las 4:00 de la tarde, Galdámez se pone los shorts, tenis y camisa polo y sale junto a su padre para correr en el bulevar los caminantes y realiza dos horas de trote: “Es para que su forma no se pierda, este es un deporte de mucho ejercicio, además de tener una buena alimentación.
Así, Angie ha ido forjando su carrera ocupando ocho horas diarias a la práctica de la natación y seis a su colegio, esto de lunes a viernes. Pero los sábados se entrena durante cinco horas nadando hasta las 10:30 am, luego hace un poco de salto con cuerda y desde las 11:30 am del sábado hasta las 9:00 de la mañana del domingo, disfruta de su fin de semana libre para desintoxicarse por un rato de su rutina como atleta de alto rendimiento.
Así todos los nadadores que quieren ser profesionales tienen que sacrificar su vida para llegar al éxito.